La ausencia genera un vacío insatisfactorio digno del pensamiento
más antiguo, del de las razas ancestrales, superiores. Considerar el tiempo un
valor calculado, luego sentirlo desperdiciado. Crear lazos internos, buscar
atajos atractivos, preguntarse a sí mismo y al mundo conocido. ¿Qué puedo hacer
de bueno para darle color a mi entorno? No ocupa espacio alguno la opción
"Nada, pues no es necesario", fue abolida hace un tiempo largo. Lo efímero
se desvanece en el aire no así tus manos pintadas. Debemos rugir como fieras
salvajes descansadas sobre algodón entonces, y preguntarnos sin requisas
condenatorias. ¿Puedo cantar? Pues sí. Tal vez. Calcular galaxias distantes
entre materiales poco convencionales, animarse a cobijar un estilo nuevo,
suspirar tambores y cal y arena. Escribir y criticar con amplia gama de
equivocación. Beber infusión mucha del palosanto y perderse en cuestiones
diversas sin desorientar la primera cuestión. La ausencia. ¿De qué? De
creación. Sin tapujos innecesarios, valer como cuenta esta idea. Invertir el
segundo en el que se apagan los incendios, y que se propague prendiéndolo todo.
Leer hostias, enseñar algo, bailar alguien. Comprender un instrumento, muchos
alrededor suyo son superiores y vaya si te han hecho emocionar. Has ejercitado
un nuevo músculo, la esperanza tiene muchos colores, algunos de ellos te
invitan a esperar el próximo agasajo aculturado. La musculatura de la
inspiración, decía, y ahí viene, ya lo tienes, lo abrazaste con longitud de
guerrero. Tal vez se escape, algunas horas pasan lerdas. No importa. Intentaste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario