FLIA

FLIA



El último ismo
              Por Bernabé De Vinsenci

¿El siglo XIX ha sido el vientre del capitalismo? Tampoco puede precisarse la fecha exacta de cuando este “ismo” nos ha acostumbrado a ser un «tacho de residuos», un objeto desmesurado, ultradependiente de los fármacos, de los discursos legítimos que nos sancionan el porqué de nuestras conductas: norma, normal, anómalo. Tales hábitos han devenido en un mundo con forma de panóptico. Inclusive nos han diseñado como una circunferencia abierta, dispuesta a todo: a la contaminación epidémica de lo eugenésico «aquello que es bueno y bello, legítimo, para el mando», a los discursos inseminados que hablan por sí solos desde nuestro aparato fonador. Empero, suponemos que el “malestar”, después de haber sido residuos, proviene de una única centralidad: centralidad fragmentada; suponemos que el capitalismo –lo unidimensional– está por encima de nosotros –concepción estructuralista– y si bien somos mártires, nada podemos hacer contra él. Etimológicamente la palabra capitalismo, proviene de la jerga burguesa que significa [capita ] “decapitar” y [lismo] “vandalismo” y se traduce en: decapitar al vándalo que atenta contra el capital. De este modo, para no ser tan macabros con sus políticas frente a los “vándalos” decidieron tomar el fascismo proclamado por  Benito Facho Mussolini en Italia a principios del siglo XX; en otros términos, transformaron al fascismo como régimen para adaptarlo a un tipo de ética reaccionaria que insinúa ser democrática. El fascismo, como ideología anti–comunicacional, antiafectiva preexiste dentro de las sociedades, de los deseos que fundan a las sociedades. O sea, una sociedad embarca deseos, afabilidad, corporalidades; y éstos son susceptibles de ser usurpados; de allí, del hurto, los cuerpos y las subjetividades naturalizadas como mercancías. Por ejemplo, el culo: objeto de penetración.
Un acto no precede al hombre (sí en toda falsa consciencia surge un consumista), el hombre se precede desde una silla sin necesidad de movilizarse; pensar la existencia de un absolutismo (o de varios absolutismos aunque sean únicos) es precederse, siempre pensándonos desde lo no–universal, desde el no–líder, desde el no-arquetipo ¿Acaso lo universal no tiene su apoyo en el semblante de un dios todopoderoso (ser bípedos imperfectos buscando la perfección en un omnipotente que tiene existencia en un palabrerío compuesto de proverbios)?
 El capitalismo es aquello que viene bajo la forma de colonialismo. Capital supranacional, en tanto sistema económico y político que financia en pos de endeudar para luego apropiarse y desarrollarse. Hipoteca y reproduce su dominio. El adeudado o los adeudadores, no tienen otra alternativa que adaptarse a las leyes del hipotecario. En estas formas minuciosas de desarrollo y de expansión, el o los colonizados, quedan atrapados en una economía peculiar que reproduce condiciones de vidas. El sistema capitalista se  plantea del siguiente modo: “Cada hombre hace su economía (condición de vida) a merced de su voluntad”, no obstante, las técnicas, los métodos y las disciplinas están premeditadas, teorizadas, buscado legitimarse mediante las instituciones o los discursos científicos. El capitalismo prefiere naturalizarse a veces tratando de no ser coercitivo, otras veces creando campos de concentración. Por otra parte, suele plantearse una “Crisis capitalista”, y en verdad lo que se plantea es el desarrollo económico–social que se examina cada vez más en la configuración prudente; el mismo sistema gestiona sus mansos revolucionarios. Asimismo existen aquellos nacido de la tierra, de las diferencias dadas en los modos de producción, del capital, que son los verdaderos re–convulsionantes.
     En fin, somos “sujetos/as”,  responsables de un arquetipo –predeterminado por diferentes dispositivos– que define a la neutralidad como principio, que especula a los medios tecno–capitalistas como benefactores;  benefactores para nuestro cuerpo-estereotipo impuesto desde la hegemonía. Y aún así, recorremos gateando, arrastrándonos como engranaje, suponiendo que el absolutismo o el mesías vendrá (dios) por nosotros a sacarnos de este purgatorio (el infierno).

Cimarrón #7

Don José en Cimarrón